Tuesday 24 December 2013

Globos

Cuando era pequeña y salía con mi papá, cada vez que veíamos alguien vendiendo globos, le pedía que me comprara uno. Siempre sentí atracción por ellos, sobre todo porque podían volar. Los primeros que tomé se me volaban de inmediato. Era interesante, porque al tomarlos solamente quería verlos volar, pero a la vez no quería perderlos y eso me situaba en una contradicción tremenda a mi corta edad. Mi papá, obviamente al ver que se volaban, los ataba a mi mano. No porque supiera que me daba pena perderlos, pero es obvio que cuando compras algo a alguien no quieres que lo eche a perder en un segundo, ya sea la magia del globo que volaba, o la rueda de un auto a control remoto. Los primeros globos que mantuve amarrados, los tuve por horas. Después de tener el globo atado a mi mano por unos minutos, lo ataba a algo que lo mantuviera. Una vez tuve tanto tiempo un globo, que se desinfló y se puso muy feo. Sentí que ese no era su destino. Ahora que soy más grande y lo pienso con más calma, puedo hacer la relación a lo que siento con la gente que está siempre en un mismo lugar, no conoce nada más y muere ahí. Es como toda la gente que conozco, pero bueno...Sentía que el globo era hermoso al volar, sobre todo porque me preguntaba a dónde irían, pensé que viajaban o algo así. Por esto, cuando era más grande, ya después de ternerlos unos minutos en mi mano, los echaba a volar a propósito. ¡Me encantaba! ver donde los direccionaba el viento y como luego los perdía de vista. También pensaba en la gente que los veía volar, algunos diciendo "mira se le voló el globo a un niño" y a otros pensando al igual que yo, "qué lindos es verlo volar".